La sobreestimulación como epidemia: cómo la atención plena ayuda a la mente

En los últimos tres años, mindfulness y meditación se han clasificado entre los tres términos de búsqueda de más rápido crecimiento en Google. Hay muchas razones para esto, pero la más obvia es que este fenómeno es real. Aún más real es la evidencia basada en investigaciones que respalda sus beneficios. Dicho esto, no es ninguna coincidencia que esta tendencia parezca simultáneamente justa cuando el primer mundo está entrando en una crisis de sobreestimulación algo moderada. Una crisis que resulta en niveles récord de ansiedad, depresión, adicciones, TDAH, lo que sea, y la lista continúa. La mayoría de los cuales han demostrado estar directa o indirectamente relacionados con la sobreestimulación en el cerebro. Pero, ¿cómo, en un mundo tan penetrado por la publicidad, la tecnología y la gimnasia mental, nos hacemos a un lado y gestionamos todos los aportes que absorbemos a diario? Bueno, aquí es donde volvemos al principio de este párrafo. Nos volvemos más conscientes de cómo permitimos que nuestro entorno dé forma a nuestro propio estado de ser. Encontramos formas nuevas (o realmente antiguas, como la meditación) de fortalecer nuestras redes neuronales. Tomamos conciencia de quiénes somos, qué buscamos y nos tomamos el tiempo para escuchar lo que nuestro cuerpo y nuestra mente nos dicen sobre este camino. En este episodio, me tomo unos minutos para despotricar sobre mis pensamientos sobre el mundo de la sobreestimulación, repasando algunos fragmentos de información que encontré en mis aventuras en este tema y lo que he estado haciendo para manejar esta información de una manera forma saludable.

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